El Sahel: frontera frágil entre el desierto y la esperanza
Geoes21.-Opinión.-Sahel.-Autor artículo.-Diego Romera.-Totana, 10 de Noviembre de 2025
El Sahel
El Sahel es una de esas regiones del mundo que rara vez aparece en las portadas, pero de la que dependen muchas dinámicas globales: el clima, la migración, la seguridad, el desarrollo…Es una amplia extensión de terreno —que abarca más de 3 millones de km²—, situada entre el desierto del Sáhara y las sabanas africanas. Este territorio representa una franja de transición tanto geográfica como humana, donde millones de personas enfrentan los efectos combinados del cambio climático, la pobreza y los conflictos armados.
1. Definición y concepto
La palabra Sahel proviene del árabe y significa “orilla” o “frontera”. Es, en efecto, la orilla verde del gran océano de arena que es el Sáhara. No es un país, sino una vasta zona que atraviesa todo el continente africano de oeste a este. El Sahel es, ante todo, una zona ecológica y cultural, habitada por pueblos nómadas, pastores y agricultores que dependen directamente de la tierra y las lluvias para sobrevivir.
Fuente: Ortega, A. (2024, enero). El Sahel. https://kumakonda.es/sahel-territorio-culturas-paisajes-que-ver/
2. Extensión geográfica
El Sahel se extiende aproximadamente entre los 12° y 20° de latitud norte, abarcando partes de Senegal, Mauritania, Malí, Burkina Faso, Níger, Chad, Sudán y Eritrea. Es una franja de más de 6.000 km de longitud y entre 400 y 600 km de ancho, que se extiende entre el Atlántico y el Índico, donde las lluvias son escasas y variables. Es la frontera natural entre el árido norte y el África subsahariana más verde del sur.
3. Población y situación económica
Se estima que en el Sahel viven más de 150 millones de personas (según datos de 2024 del Banco Mundial), una población joven y en rápido crecimiento. Muchos viven en zonas rurales, con una economía basada en la agricultura de subsistencia y la ganadería. Sin embargo, las sequías recurrentes, la degradación del suelo y la falta de infraestructuras hacen que el desarrollo sea muy desigual.
La pobreza afecta a una gran parte de la población, y el acceso a la educación, la salud y el agua potable sigue siendo limitado.
4. Principales problemas
El Sahel enfrenta una combinación de diversas crisis superpuestas, entre las que destacan:
Cambio climático: las temperaturas aumentan más rápido que la media mundial y las lluvias son cada vez más irregulares.
Desertificación: el avance del desierto reduce las tierras fértiles y los recursos hídricos.
Crecimiento demográfico: se estima que la población se duplica cada 25 años, presionando los recursos naturales.
Inseguridad y violencia: en muchos países del Sahel operan grupos armados y organizaciones yihadistas que agravan la inestabilidad.
Migraciones: millones de personas se ven obligadas a desplazarse por conflictos o falta de medios de vida.
5. El Sahel y Europa: una relación clave
Europa observa el Sahel como su frontera sur estratégica, una región cuyo equilibrio influye directamente en su seguridad, su energía y sus flujos migratorios.
La inestabilidad del Sahel puede traducirse en terrorismo, tráfico de drogas, armas o personas que alcanzan el Mediterráneo. Por eso la Unión Europea y países como España y Francia han impulsado misiones militares y programas de desarrollo, buscando frenar la expansión del yihadismo y fortalecer los Estados locales.
Sin embargo, los recientes golpes de Estado y la creciente influencia de actores externos —como Rusia a través del grupo Wagner— han reducido la presencia europea, alterando el tablero geopolítico.
La estabilidad del Sahel, por tanto, no solo es vital para África, sino para el propio futuro de la seguridad europea.
Al reflexionar sobre esta relación, se comprende que el Sahel no es solo un conjunto de “Estados fallidos”, sino un territorio desarticulado, pero, a la vez, profundamente interconectado. La única vía posible hacia la estabilización pasa por el fortalecimiento de los Estados que lo conforman, algo que actualmente resulta difícil de lograr. Y, sin embargo, su estabilidad es clave no solo para el Magreb, sino también para el Mediterráneo y para Europa. Dicho de otro modo, el Sahel puede considerarse la región fragmentada más extensa del mundo, y su destino está íntimamente ligado al del continente europeo.
6. Conflictos actuales
Desde hace más de una década, el Sahel central (especialmente Malí, Burkina Faso y Níger) sufre una espiral de violencia entre grupos yihadistas, milicias locales y fuerzas armadas.
A esto se suman golpes de Estado recientes, tensiones étnicas y rivalidades regionales. La retirada de tropas extranjeras y la aparición de nuevos actores internacionales han complicado aún más la situación.
7. Mirando hacia el futuro
A pesar de los enormes desafíos que enfrenta, el Sahel no está condenado al fracaso.
En toda la región surgen iniciativas locales y comunitarias que muestran una notable capacidad de resiliencia. Agricultores, jóvenes emprendedores y mujeres organizadas están impulsando proyectos de reforestación, educación y microcréditos que mejoran la vida cotidiana.
Programas como la Gran Muralla Verde, que busca recuperar millones de hectáreas degradadas, o los esfuerzos por ampliar el acceso a la energía solar, son ejemplos de que el cambio es posible.
El futuro del Sahel dependerá de su capacidad para fortalecer sus instituciones, apostar por la educación y crear oportunidades económicas sostenibles.
Con apoyo internacional coherente y políticas que prioricen la estabilidad y el desarrollo humano, la región podría transformarse de un foco de crisis en un espacio de cooperación y crecimiento compartido. No es un camino fácil, pero el potencial humano del Sahel —su juventud, su cultura y su energía— sigue siendo su mayor esperanza.
Profesor: Diego Jesús Romera González
IES “Prado Mayor” de Totana
