El Sahel y las Islas Canarias

Geoes21.-Opinión.-Aema.-Primitivos habitantes.-Antonio Ramos.-Prensa Aeme.-Madrid, 15 de Diciembre de 2025

Una visión de la geografía del continente africano permite situar a las islas Canarias en una zona marítima que podría considerarse prolongación de la franja de tierra africana conocida como el Sahel. Aunque visualmente esta percepción puede resultar lógica, su origen geológico es muy distinto.

El Sahel forma parte del continente africano en superficie y constituye una de las zonas más antiguas del planeta Tierra, perteneciente al continente primitivo de Gondwana. Por el contrario, las islas Canarias, situadas al exterior de la plataforma continental africana, nacieron hace relativamente poco tiempo en términos geológicos: las islas orientales hace unos 20 millones de años, mientras que El Hierro y La Palma surgieron hace aproximadamente 5 millones de años.

Su formación fue consecuencia de la combinación de erupciones volcánicas y los movimientos de la placa tectónica africana, responsables también de la elevación de la cordillera del Atlas. Estas diferencias en el tiempo y en el proceso de formación han dado lugar a una geografía actual muy distinta, con relieves, climas y biodiversidades claramente diferenciadas.

La palabra Sahel, en árabe, puede significar “oeste”. Este nombre, lógicamente, debió ser asignado por pueblos situados al este y hablantes de dicha lengua, posiblemente habitantes de zonas cercanas a la península del Sinaí. En el uso tradicional de los puntos cardinales no se empleaban coordenadas geográficas, sino referencias relativas a la posición del observador: tel (norte), guibla (sur), charg (este) y sahel (oeste), equivalentes a arriba, abajo, izquierda y derecha.

Desde el punto de vista de Canarias, esta región estaría situada al este, por lo que debería denominarse Charg. No obstante, prescindiendo de estos criterios, utilizaremos el nombre por el que es conocida actualmente: Sahel.

Geográficamente, el Sahel es una región continua que se extiende entre el sur del desierto del Sahara y el inicio de la sabana. Puede definirse como la zona comprendida entre las isoyetas de 100 y 200 mm de precipitación anual. Sin embargo, políticamente no constituye una unidad homogénea, ya que está formada por partes de varios Estados. Entre ellos se encuentran:

  • Senegal

  • Mauritania

  • Malí

  • Burkina Faso

  • Níger

  • Nigeria

  • Chad

  • Sudán

  • Eritrea

Todos estos países proceden de un pasado colonial relativamente reciente y presentan una estabilidad política, como mínimo, deficiente. Aunque algunos se autodenominan democracias, su calidad democrática es claramente mejorable. En conjunto, superan los 400 millones de habitantes, pero si se excluye a Nigeria —auténtico gigante africano con unos 237 millones—, la mayoría de los restantes países cuentan con poblaciones de entre 20 y 30 millones, con excepciones como Sudán (unos 50 millones) y Mauritania y Eritrea (entre 4 y 5 millones).

Cabe destacar que no toda esta población vive en la zona geográfica del Sahel. Por ejemplo, Senegal, al sur del río del mismo nombre, no presenta las características típicas del Sahel, al igual que las regiones situadas al sur del arco del Níger. Esto permitiría excluir también a Burkina Faso. En Níger, la mayor parte de la población se concentra al sur y al oeste del río Níger; Malí está claramente dividida en dos zonas diferenciadas; de Nigeria solo la franja norte puede considerarse saheliana; y de Sudán, aproximadamente la mitad sur. Tras estas consideraciones, la población del Sahel geográfico y homogéneo podría estimarse en unos 100 millones de personas, repartidas en una extensión aproximada de 2 millones de km², lo que arroja una densidad muy baja, en torno a 2 habitantes por km².

La historia de Canarias y del Sahel es muy diferente. Mientras las islas entran plenamente en la Historia en el siglo XV, con su conquista por la Corona de Castilla, el Imperio de Malí ya existía en el siglo XI. En aquella época apenas había noticias —o eran simples leyendas— sobre la vida en las islas.

Sin embargo, parece que hace unos 4.000 años existió un origen común, ya que desde el Atlas y sus estribaciones se produjeron movimientos humanos que iniciaron el poblamiento tanto de Canarias como de las zonas occidentales del Sahel. Hay que tener en cuenta que en ese mismo periodo el Sahara acababa de pasar de un clima tropical al desierto que conocemos hoy.

La primera oleada de poblamiento en las islas se produjo en el Neolítico, procedente del sur de Marruecos y del Uad Draa. Era un pueblo mediterráneo con rasgos negroides y hablaba una lengua proto-bereber. Ocuparon principalmente la isla de El Hierro.

La segunda llegada procedía más al norte, del Atlas y el Anti-Atlas, y se estableció en Gran Canaria, Tenerife y La Gomera, así como en parte de El Hierro. Su lengua no era bereber y contenía el sonido “p”, del que podría derivar el silbo gomero.

La tercera oleada, también del norte de África (Atlas de Argelia y Rif), era de tipo nórdico y se asentó mayoritariamente en Tenerife. A diferencia de los anteriores, eran pueblos guerreros.

La cuarta llegada, igualmente africana, evitó Tenerife y pobló Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote. Su cultura correspondía ya a la Edad del Bronce.

Estas migraciones, distribuidas a lo largo de un amplio periodo, no excluyen la llegada ocasional de otros pueblos navegantes, como cartagineses o europeos. En la isla de El Hierro, en la zona de Los Letreros, existen inscripciones que no corresponden a las culturas isleñas y podrían ser testimonios de viajeros de paso. Además, a partir del siglo VII, árabes y bereberes visitaron Fuerteventura y Lanzarote en expediciones esporádicas, principalmente para la captura de esclavos. En este contexto se sitúa la expedición de Juba II, rey de Mauritania.

Todas estas llegadas se produjeron necesariamente por mar, ya que no existen evidencias geológicas de una unión superficial entre las islas y el continente africano. La distancia mínima es de unos 100 km, con grandes profundidades marinas. El enigma de la ausencia de comunicaciones marítimas regulares entre las islas sigue sin resolverse, quizá debido al aislamiento cultural de pequeños grupos o a la falta de herramientas adecuadas para construir embarcaciones seguras, ya que el mar siempre implicaba un gran riesgo.

Una vez asentados, los canarios entran plenamente en la Historia con la conquista del archipiélago por el Reino de Castilla. Mientras tanto, en el Sahel, la penetración árabe del siglo VII dio lugar a la formación de imperios y reinos que, aunque en muchos casos mayoritariamente negros, adoptaron la religión musulmana, extendida por gran parte del norte del continente, con excepciones como Etiopía y la presencia de minorías judías o animistas sometidas política y económicamente.

Avanzando hasta los siglos XIX y XX, las potencias europeas iniciaron y culminaron un ciclo de colonización y descolonización que dio lugar al actual mosaico de Estados que conforman el Sahel.

Las relaciones de Canarias con estas naciones no son especialmente estrechas, pese a la cercanía geográfica. La balanza comercial española, salvo en el caso de Nigeria, tiene un impacto limitado en la economía nacional y aún menor en la canaria. No obstante, existen dos problemas no directamente comerciales que sí afectan o pueden afectar a las islas: la inmigración y el terrorismo.

La inmigración es un problema grave y de difícil solución. La combinación de determinadas disposiciones legales en España y las dificultades políticas y económicas de los países del Sahel actúa como motor para que una parte de su población asuma el riesgo de viajar en embarcaciones precarias, como pateras, con el objetivo de llegar a España o a Europa. La heterogeneidad de esta inmigración —hombres, mujeres, niños, diversas nacionalidades e idiomas— complica aún más su integración.

Canarias, cuyo principal motor económico es el turismo, no tiene ni la necesidad ni la capacidad de absorber siquiera una pequeña parte de este flujo, por lo que se impone el traslado a la Península, con los consiguientes problemas de alojamiento, identificación y el drama humano que supone la llegada de embarcaciones con fallecidos o la desaparición de algunas de ellas en su travesía desde Mauritania o Senegal.

El terrorismo es otro problema que ya afecta de forma indirecta a Canarias. Las organizaciones terroristas no solo actúan mediante acciones armadas, sino que buscan controlar redes de tráfico de armas, drogas y personas.

Actualmente, grupos terroristas procedentes de Oriente Próximo se han extendido por todo el Sahel, aprovechando la retirada de Europa Occidental y la inestabilidad política regional. Organizaciones como ISIS cuentan con filiales en la zona, como el ISWAP (Estado Islámico para África Occidental), presente incluso en Nigeria.

La lucha terrorista se basa en una planificación centralizada y una ejecución descentralizada, adaptada a las circunstancias locales. Una ventaja para los intereses occidentales es que estos grupos compiten entre sí por el control de las redes criminales, como ocurre en Nigeria entre ISWAP y Boko Haram.

Aunque no parece probable que estos grupos lleven a cabo acciones armadas directas en el archipiélago, existe el riesgo de que individuos aislados, aprovechando los flujos migratorios, se infiltren y cometan atentados de pequeña escala pero de gran impacto mediático. Todo ello se enmarca en una guerra híbrida, distinta de los conflictos tradicionales, para la cual las Fuerzas de Seguridad deben estar adecuadamente preparadas y dotadas.

D. Antonio Ramos-Yzquierdo Zamorano. Teniente  General del ET 
Miembro de la Asociación Española de Militares Escritores (AEME)  

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