Conmemoración del aniversario de la gesta heroica del Cabo Amate

Geoes21.-Opinión.-Melchor M.Amate. Nieto del Cabo Amate.-Cartagena, 21 de Agosto de 2024

Hoy, cuando oscurezca se cumplirán 100 años de la acción del cabo de Infantería D. Melchor Amate Hernández, que puso en juego su vida, por salvar la de sus compañeros.

Hoy, cuando oscurezca la noche, se cumplirán 100 años de la hazaña heroica que realizó el cabo de Infantería D. Melchor Amate Hernández durante la guerra acaecida en los años veinte del siglo pasado en el Protectorado de Marruecos. El joven Melchor puso valientemente en juego su vida por salvar la de sus compañeros.

El pasado día 12 de junio se inauguró en Cartagena la plaza “Cabo Amate, Héroe de Chentafa” que está presidida por un monumento en su honor. La alcaldesa, Noelia Arroyo, pronunció unas palabras que hoy recordamos en el centenario de tan glorioso hecho ocurrido y que, como en su momento destacó la prensa nacional, tuvo gran repercusión en todos los rincones de España, como un testimonio de orgullo de nuestros héroes y que resumo a continuación.

Desde el 16 de agosto de 1924 el enemigo rifeño tenía cercada la posición de Chentafa, perteneciente al Regimiento de Infantería Vizcaya no 51, situada en el margen derecho del río Uad-Lau, cerca de Tetuán. Había muchos heridos en la posición y el cabo Melchor Amate, desde el día 4 de ese mes, era responsable de la aguada.

Los soldados no tenían nada de beber. Estaban totalmente exhaustos. Tal era la situación de escasez de agua que, en la tarde del día 18, nuestro protagonista se presentó voluntario para ir a por agua al río, el cual distaba algo menos de 1 km.

En un principio fue denegada la petición, pero a las pocas horas, el teniente le dio el correspondiente permiso para ir al río acompañado de otro soldado. A los pocos cientos de metros fueron rodeados por el enemigo. El compañero consiguió huir y volver a la posición pero el cabo Amate quedó sólo ante un número importante de yebalíes.

El enemigo le propuso al cabo Amate que regresara a la posición y le dijera al teniente que abriera la alambrada porque traía el agua. Sin embargo, nuestro héroe llegó a la puerta y gritó: “Mi teniente, estoy en poder del enemigo, no puedo llevar el agua, haga fuego”, a lo que todos los fusiles disponibles hicieron fuego, causando algunas bajas al enemigo. El cabo Amate recibió una gran paliza y fue llevado más tarde a una cueva.

El día 26 de septiembre de 1924 el periódico local “Cartagena Nueva” publicó una carta que le remitió el cabo Amate a su madre comunicándole que estaba vivo y que había caído prisionero. Dicha epístola estaba fechada en el día 25 de agosto de 1924.

No había finalizado el mes de octubre cuando los mandos de la Alta Comisaría del Protectorado de España en Marruecos ya eran conocedores de dicha gesta heroica. La estaban valorando, siendo noticia el día 25 de enero de 1925 en ABC de que el cabo Amate podría ser condecorado con la Cruz Laureada de San Fernando a título individual.

El joven Melchor ya había enviado su segunda y última carta en noviembre de 1924 desde Axdir. Nadie supo nada de él hasta finales de diciembre de 1925 cuando, desde la isla de Alhucemas, fue contestada una carta de su madre informándole de que constaba que, entre los prisioneros de Abd el-Krim, se encontraba un cabo que se llamaba Melchor
Amate.

El día 26 de mayo de 1926 (meses después del Desembarco de Alhucemas), las tropas franco–españolas llegaron a Ait Kamara donde estaban los prisioneros españoles los cuales, tras los acuerdos de Uxda, fueron llevados al Hospital Militar francés de Tazza en camiones franceses.

Pero nuestro héroe no aparecía en ningún listado pues había contraído el tifus. Sólo apareció en un telegrama que marcaba una ruta distinta para los veinte enfermos que padecían dicha enfermedad y que tenía final también en Tazza.

Como todos los españoles que sobrevivieron a la mal llamada “Guerra de Marruecos”, y después de pasar por el Hospital de Militar de Melilla procedente de Tazza, el cabo Amate llegó a Cartagena el día 30 de junio de 1926 donde el alcalde Alfonso Torres y el Gobernador Militar, acompañados por autoridades civiles y militares, lo recibieron en la estación del tren.

La comitiva se dirigió a la Iglesia de la Caridad para dar gracias a la patrona de Cartagena y, después, al Ayuntamiento y al Gobierno Militar.

Las calles estaban repletas de cartageneros que vitoreaban al Héroe de Chentafa, al Rey y a España. Durante todo ese verano hubo multitud de verbenas y actos en honor del Cabo Amate.

Posteriormente, como cualquier ciudadano, el joven Melchor comenzó a trabajar. Contrajo matrimonio en la Parroquia de San Diego el día 23 de diciembre de 1926 y, después de ser el conserje del Matadero Municipal (lugar donde nacieron sus dos primeros hijos) ingresó en la Guardia Civil, siendo destinado a un pueblecito cercano a Borjas Blancas, en la provincia
de Lérida. Posteriormente, regresó al Cuartel de la Guardia Civil de Santa Lucía donde nació su tercer hijo y, en 1933, ingresó como Auxiliar de Almacenes de Arsenales siendo destinado a San Fernando donde nació su último hijo. A Cartagena regresó en la primavera de 1936, siendo destinado al Arsenal.

Finalizada la Guerra Civil compró unos terrenos en la calle General Lobo del Barrio de la Concepción, donde se trasladó con toda su familia. Sus cuatro hijos se casaron y también vivieron en el barrio. Allí nacimos y crecimos también sus nietos.

Falleció en compañía de sus seres queridos el día 15 de noviembre de 1983, siendo velado el cadáver en el Hospital Militar (hoy Universidad Politécnica de Cartagena), asistiendo las máximas autoridades civiles y militares de la ciudad.

Sin lugar a dudas, el cabo Amate fue un héroe sin igual del Ejército Español y el pueblo de Cartagena. Es de justicia que hoy, en el aniversario del centenario de la hazaña heroica que tuvo la valentía de realizar, se le recuerde con el honor que se merece.

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