¿Crisis existencial de Occidente?
Asociación Española de Militares Escritores (AEME)
Programa de Colaboración de Asociados curso 2023-24 (PCA -AEME 2023-24)
GD (r) Jesús Argumosa Pila
Miembro de AEME
Segundo aniversario de la guerra en Ucrania
Pasado reciente
Tomando como apoyatura el punto de vista estratégico, desde el comienzo de la guerra en Ucrania, el 24 de febrero de 2022, se han distinguido, fundamentalmente, tres fases. Una primera fase que llega hasta el otoño de 2022, en la que las fuerzas armadas rusas realizaron una operación ofensiva, con más o menos eficacia, conquistando algo más del 15% del territorio ucraniano pero que sufrieron la contraofensiva de las fuerzas ucranianas que recuperaron la parte occidental de la provincia de Jerson, incluida su capital y casi al completo de la provincia de Jarkov.
Una segunda fase, que llega hasta los últimos días del verano de 2023, en la que Rusia se establece en actitud defensiva, desplegando sus fuerzas en un sistema de posiciones defensivas de unos 900 km aproximadamente, desde la provincia de Jerson a la de Jarkov, en algunos sitios con 3 o 4 líneas de defensa separadas entre sí entre 6 y 12 km. Durante este tiempo, las fuerzas ucranianas adoptaron una actitud ofensiva desarrollando una contraofensiva con numerosos ataques de carácter táctico contra las posiciones defensivas rusas, pero sin alcanzar ninguna posición relevante en el campo operacional.
La tercera fase, se extiende desde el final del verano de 2023 hasta este mes de febrero en la que ambos bandos se han desplegado en posiciones defensivas, llevando a cabo una guerra de desgaste, simultaneando ataques tácticos con la realización o consolidación de su sistema defensivo respectivo. A lo largo de esta última fase, ambas fuerzas han estado efectuando ataques continuos con misiles, artillería y drones, acompañados de elementos de infantería destacándose la gran superioridad rusa en todo tipo de armamento.
Presente actual
Al cumplirse dos años de la invasión rusa de Ucrania, el pasado 24 de febrero de 2024, con la victoria de las fuerzas rusas en la toma de Avdivka, el 17 de este mes, el Ejército ruso se encuentra en el momento más fuerte desde el final de la contraofensiva ucraniana del año pasado, con una clara superioridad en tropas, artillería, defensas antiaéreas y en drones, tanto en número como en eficiencia.
Sin duda, la caída de Avdivka junto con la de Bajmut, en la primavera de 2023, supone un efecto simbólico muy importante para las tropas rusas, ya que no solo eleva la moral del combatiente ruso, sino que Rusia cambia claramente de una actitud defensiva a otra ofensiva, después de haber estado algo más de un año empeñado en una guerra de desgaste, con las fuerzas desplegadas en posiciones defensivas.
La promesa de la UE de entregar un millón de proyectiles de artillería a Kiev antes de finales de marzo se quedará corta en unos 400.000 proyectiles, un fracaso que echa por tierra las esperanzas de apoyar oportuna y suficientemente a Ucrania en un momento de especial transcendencia para el futuro de la guerra.
Por otra parte, es cierto que la UE ha aprobado recientemente un nuevo paquete de ayuda a Ucrania de 50.000 millones de € para los próximos cuatro años, pero también es verdad que Estados Unidos tiene en suspenso la aprobación, por parte del partido republicano, de unos 60.000 millones de dólares de ayuda a Ucrania que servirán, únicamente, para impedir los avances rusos más allá de los territorios conquistados y no para recuperarlos.
Futuro previsible
En el momento actual, de incierta e impredecible geopolítica, la guerra de Ucrania está agudizando el enfrentamiento entre dos conceptos del orden mundial que se vislumbra. Por un lado, el que está basado en la democracia, especialmente en la diplomacia y la negociación y, por otro, el que se sustenta en el autoritarismo con el uso de la fuerza como principal instrumento en las relaciones internacionales. En concreto, consiste en una competencia geoestratégica entre las fuerzas geoestratégicas democráticas frente a las fuerzas geoestratégicas autoritarias.
¿Quien o quienes están en esta competencia geoestratégica? Considero que existe un Grupo de 18 países – al que se puede denominar G-18 – que van a tener un peso importante en la nueva configuración del orden mundial que se avecina. Son los siguientes: Estados Unidos, China, la UE, Rusia, India, Japón, Brasil, México, Egipto, Nigeria, Turquía, Irán, Pakistán, Bangladesh, Indonesia, Vietnam, Corea del Sur y Filipinas. Todos ellos con una población cercana a los 100 millones de habitantes, cinco doblándola ampliamente, dos con cerca de 1400 y otro con algo más de 50 -, algunos de ellos considerados como potencias emergentes. Encierran el 98% del poder nuclear global, algo más del 70% de la economía mundial y superan el 64% de la población del mundo.
En una primera aproximación, y a salvo de un análisis más profundo donde se incluiría el Sur Global, se puede establecer este G-18, en la siguiente postura geopolítica: en el campo democrático se situarían Estados Unidos, la UE, India, Japón, Corea del Sur, Filipinas, Brasil, México y Turquía; en el campo autoritario estarían China, Rusia, Irán y Vietnam; y en una posición de ambigüedad calculada se consideraría a Bangladesh, Pakistán, Egipto y Nigeria.
En este marco mundial de referencia, la guerra de Ucrania se encuentra actualmente en una encrucijada -con independencia de problemas de reclutamiento- a consecuencia, fundamentalmente, de no haber recibido las fuerzas ucranianas en tiempo oportuno y en suficiente cantidad el apoyo militar occidental prometido- se habla de fatiga del apoyo occidental- principalmente, en munición, en defensa antiaérea y en misiles de largo alcance.
También es cierto que Ucrania ha conseguido desplazar a Rusia de la parte noroccidental del mar Negro con el hundimiento de varios buques rusos, desde el buque insignia del mar Negro, Moskva, hundido en abril de 2022, hasta el buque de asalto anfibio “Caesar Kunikov”, hundido el pasado 14 de febrero, pasando por un submarino y los grandes buques como “Saratov”, “Olenegorski Gorniak” y “Minsk”. Este logro ha permitido a Ucrania exportar grandes cantidades de grano, vital para su economía.
En estos dos años se han agotado algunos stocks europeos de armas y municiones. Aunque se han realizado grandes inversiones en las industrias de armamento de la Unión Europea no está claro que sean capaces de producir las capacidades militares con el tiempo suficiente para poder ser empleadas, actualmente, con la necesaria eficiencia y resultados adecuados al objeto de hacer frente con éxito a la ofensiva rusa.
Por el contrario, y de acuerdo con el informe Focus, del Servicio de Inteligencia de Noruega, Rusia se encuentra muy cerca de lograr una clara ventaja militar en la guerra gracias al significativo apoyo, al menos, de cuatro países aliados: China, Bielorrusia, Irán y Corea del Norte. China suministra máquinas, vehículos, productos electrónicos y ayuda para desarrollar la industria armamentística rusa, Corea del Norte e Irán proporcionan grandes cantidades de municiones y drones mientras que Bielorrusia facilita el transporte de armas rusas a las proximidades de la frontera con Ucrania.
Es un hecho objetivo que el retraso en el abastecimiento de armas por Occidente permitió a Rusia reagruparse y establecer un potente sistema defensivo. Por otra parte, no hay duda de que en el momento actual ninguno de los dos contendientes dispone de la suficiente capacidad estratégica operativa para conseguir una victoria militar y las perspectivas de negociación son escasas.
Teniendo en cuenta el desarrollo de las últimas operaciones en la guerra en Ucrania, en Occidente hay dos grandes temores. El primero, más inmediato, se refiere a la prevista gran ofensiva rusa que se inicie, después de las elecciones en Rusia de mediados de marzo cuando el apoyo militar occidental aun no haya llegado. El segundo, de cara al final de año, en el caso de que Trump llegue a ser presidente de Estados Unidos y deje abandonada a Ucrania. En este caso Europa se enfrentaría sola a Rusia, lo que la hace tremendamente vulnerable geopolítica y estratégicamente.
¿Estamos cerca de asistir a una crisis existencial de Occidente? ¿Es posible que ni la UE ni Estados Unidos no sean capaces de proporcionar el apoyo militar suficiente y oportuno a Ucrania para hacer frente con éxito a la invasión rusa? No se vislumbra ninguna razón política o estratégica para justificar esta posición occidental. Otra cosa es que la guerra pueda acabar en un “armisticio”, en su caso, cuando llegue el momento de las negociaciones de paz.
Como dijo el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, “una derrota de Ucrania no puede ser una opción”. No debemos cometer el error estratégico de dividirnos. Europa debe hablar con una sola voz, en estrecha coordinación con EEUU, reafirmando en todo momento su apoyo pleno a Ucrania. No hay otra alternativa para Occidente.