El héroe de Chentafa: el cabo Melchor Amate
Tomás Martínez Pagán
Geoes21.- Cartagena .- Domingo 05de marzo de 2023
La Verdad
La pasada semana disfrutamos de varias actividades culturales en la ciudad minera y flamenca de La Unión. El cronista oficial Gonzalo Wandosell presentó un nuevo libro sobre la ciudad, ‘La Unión 1860-1910. El nacimiento de un municipio de novela’.
Fue en el recién inaugurado Museo Minero de La Unión, que ofrece un viaje a las profundidades de la historia de la industria minera y su actividad desde hace más de 2.000 años.
Se trata de una obra extraordinaria proyectada por el arquitecto José Manuel Chacón. Destaca el último malacate original de la Sierra Minera superior a los quince metros y más de cien años de antigüedad. Del mundo soterrado a cielo abierto, ofrece una experiencia única al visitante, que descubrirá la importancia de la industria minera en el desarrollo del municipio.
La visita se estructura en torno a cinco ámbitos en los que se expone parte de la colección que atesora el Museo Minero compuesta por más de trescientos objetos vinculados a la actividad minerometalúrgica en los siglos XIX y XX. También hay doscientos minerales, tanto de la Sierra Minera Cartagena-La Unión como de otros puntos de la Península Ibérica.
Semana Santa Minera Y como no hay dos sin tres, el domingo se presentó en el Ayuntamiento el Cartel Anunciador de la Semana Santa Minera. La obra de la fotógrafa unionense Carmen María Meroño Aguilar (Jayam) encantó a los más de doscientos invitados al acto. Al finalizar, fuimos a la Bodega Lloret, donde tomamos unas cañas con sus singulares michirones. Allí nos encontramos con Melchor Amate, el nieto de un héroe laureado que vivió en La Unión y también en la Trimilenaria.
Acabamos la jornada dominical comiendo en Cartagena. Melchor nos habló de su abuelo, Melchor Amate Hernández. Melchor nació el 2 de Mayo de 1990, en el Estrecho de Fuente Álamo. Sus padres vivieron en La Unión en 1910, donde el cabeza de familia trabajó en las minas. Melchor con diez años comenzó a trabajar en la farmacia de la Casa del Piñón y en los lavaderos de las minas. En 1921, Melchor se trasladó con sus padres y cuatro hermanas a la calle Yeseros, cercana a la calle San Cristóbal Larga, en Cartagena. Un año después, juró bandera en Alcoy en el Regimiento de Infantería Vizcaya 51. Tras cumplir con el servicio militar, en octubre de 1923 ascendió a cabo por elección.
Por su defensa de la posición de Chentafa (Tetuán), en la vertiente derecha del río Uad-Lau, entre los días 14 y 18 de agosto de 1924, Melchor Amate Hernández entró en la Historia de España. Recibió la Cruz Laureada de San Fernando el 11 de junio de 1929, máxima condecoración que se entrega en España por acciones en combate.
El 4 de marzo de 1924 embarcó desde el protectorado de Marruecos a Melilla para ser encuadrado en el Batallón Expedicionario del Regimiento y tomar parte en la pacificación de la zona oriental. Cruz Laureada San Fernando El rebelde Abd el Krim declaró la República del Rif a finales de 1921. En la primavera de 1924 mandó a su hermano Mohán a sublevarse a las kábilas del norte de Chauen y el este de Tetuán.
En España se crearon dos Brigadas de Reserva, una de ellas en Alicante, en la que se encuadra el Batallón Regimiento. Los combates se encarnizaron y el Batallón Vizcaya desembarcó en julio en la desembocadura del río Uad-Lau, río muy caudaloso que desde las montañas del Atlas desemboca en el Mar Mediterráneo, cerca de Tetuán.
Al principio el Batallón, como a todas las unidades expedicionarias, se le asignaron misiones de apoyo a otras unidades, para consolidar la pacificación en la zona. Pero los legionarios que defendían las posiciones cercanas al río fueron trasladados a Tetuán y el 2 de Agosto 41
hombres llegaron a la posición de Chentafa.
El teniente jefe hizo responsable de la aguada al cabo Amate el día 4. Doce días después, los rifeños sitiaron la posición. A Chentafa no llegaba nada, con muchos heridos, sin agua, sin comida y sin munición, Melchor se ofreció voluntario para ir al río a por agua. El teniente lo denegó, pero en la tarde del día 18 le preguntó si estaba dispuesto a ir por agua al río. El cabo Amate no lo pensó y respondió «sí, mi teniente». Esa noche a trescientos metros de la posición fue apresado. El enemigo le trasladó que si quería salvar su vida «debes decir al teniente, que llevas el agua».
Melchor respondió que «sí» y cuando estuvo en la alambrada de la posición gritó con voz potente. «Mi teniente, no puedo llevarles agua. Estoy en poder del enemigo. Habrá fuego».
Los soldados de la Chenfata reconocieron la voz de Amate y abrieron fuego, el cual causó algunas bajas. Los rifeños le pegaron una paliza a Melchor y lo llevaron después de algunos días a Axdir y a Ait-Kamara, poblaciones cercanas a Alhucemas, donde muchos prisioneros españoles pasaron calamidades, comiendo hierbas y lo que recogían del campo. Esta situación se prolongó hasta el 26 de mayo de 1926, cuando después del desembarco de Alhucemas las tropas franco-españolas rescataron a los cautivos, llevándolos al Hospital de Tazza (protectorado francés). Y de allí, al Hospital de Melilla.
Nueva vida en Cartagena El cabo Melchor Amate llegó a Cartagena el 30 de julio de 1926. Fue recibido en la estación por el alcalde Alfonso Torres e infinidad de cartageneros. La vida siguió y en diciembre de 1926 se casó con su novia y comenzó a trabajar como conserje del matadero municipal. En la ciudad portuaria nacieron sus hijos. En enero de 1930 ingresó en la Guardia Civil en Lérida. Un año después regresó al cuartel de La Unión y fue destinado al de Santa Lucía.
En 1932 ingresó en La Maestranza y fue destinado a San Fernando. Allí nació su último hijo Melchor, y en abril de 1936 volvió al Arsenal de Cartagena. Fue en 1963 cuando padeció una encefalitis, que le llevó a retirarse en el barrio de La Concepción donde permaneció hasta su falleciendo en 1983.
Menú cervecero Cerramos la historia de este cartagenero en el Gastrobar La Fábrica. Bajo la dirección de Vanesa García y con Luis Fernández a los fogones, se puede comer tanto de tapeo como a la carta de verdadero lujo. Siguiendo las recomendaciones, empezamos con unos buñuelos de bacalao y tinta de calamar, acompañados de unas cerveza ‘weissbier’ de trigo. Una de las doce variedades para degustar. Continuamos con una marinera de salmón y guacamole. Luis nos sirvió unas soberbias alcachofas salteadas con virutas de foie y reducción de vino. Pasamos a unas croquetas de jamón y gamba con una cerveza ‘ipa’ de albaricoque.
Unas tostas de sobrasada con miel y almendras y otras de ibérico con pesto, fueron el prólogo al plato final. Por último, degustamos unos calamares en tempura y un sabroso arroz a banda. Todo regado con cerveza ‘golden ale’. El punto dulce lo puso un birramisú y una ‘creme brule’, postre tradicional francés, con cerveza de chocolate ‘cream porter’. Exquisito menú y singular recorrido entre La Unión y Cartagena para llegar a esta reflexión: «Lo bien hecho es mejor que lo bien dicho».