La guerra submarina no tripulada de la OTAN para disuadir a Moscú
La explosión hace un año de los gasoductos Nord Stream 1 y 2 ha hecho que la Alianza Atlántica recurra a drones submarinos y a la inteligencia artificial en un intento por disuadir a Rusia en sus ataques a infraestructuras críticas
CARLOTA PÉREZ-TROIA-PORTUGAL.-ABC
Los escenarios de dónde puede ser vulnerable la OTAN son casi interminables. Por tierra, mar y aire, las amenazas, sobre todo desde el inicio de la invasión rusa en Ucrania, se han multiplicado y los esfuerzos de la Alianza Atlántica para responder a ellas, también.
Pieza fundamental en esta estrategia de defensa tienen las infraestructuras capaces de proporcionar energía y comunicaciones entre los países aliados y que se han convertido en el centro de los ataques. Se vio hace un año con el sabotaje a los gasoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2, en el Báltico, cuando varias explosiones submarinas cortaron una ruta importante para las exportaciones de gas ruso a Europa. Aún se desconoce quién estuvo detrás de este ataque y las especulaciones y teorías sobre la mano ejecutora se multiplican. Las últimas investigaciones apuntan a Ucrania, pero su presidente, Volodimir Zelenski, lo niega categóricamente.
Sea quien fuese, este ataque puso en evidencia que las amenazas submarinas existen y el daño que causan a infraestructuras críticas es efectivo. Por eso, los países aliados en lapasada cumbre en Vilna (Lituania) centraron uno de los principales objetivos en abordar la amenaza a las infraestructuras críticas. «La protección de las infraestructuras submarinas críticas en el territorio de los Aliados sigue siendo una responsabilidad nacional (…) la OTAN está dispuesta a apoyar a los Aliados así lo soliciten», decía el comunicado con las conclusiones finales tras la cumbre.
Los objetivos de la Alianza los resume en una entrevista en Troia (Portugal) -donde la semana pasada se celebraron unos ejercicios militares navales-para ABC el teniente general Hans-Werner Wiermann: «El objetivo es poder detectar e identificar comportamientos sospechosos en tiempo real. Para ello, contamos con imágenes satelitales, ópticas y de infrarrojos. En un futuro -que espera no muy lejano- podremos monitorear ciertas partes del océano». ¿Cuenta la OTAN con los medios necesarios para hacer frente a estas amenazas? «Sí. Tenemos los medios necesarios para proteger las infraestructuras y contamos con las herramientas: desde medidas diplomáticas hasta las militares», señala Wiermann, quien dirige la célula de coordinación para la protección de infraestructuras críticas que la OTAN decidió crear tras el sabotaje al Nord Stream.
Contraofensiva de la OTAN
Sólo en el mar del Norte (zona donde se ha monitoreado una gran actividad de buques rusos) hay más de 8.000 kilómetros de oleoductos y gasoductos. Una cantidad imposible de vigilar las 24 horas al día, siete días a la semana. En lugar de tratar de de observarlo todo, la OTAN se está centrando en áreas de alto riesgo.
«No hay manera de que podamos tener presencia de la OTAN en estos miles de kilómetros de infraestructura submarina», dijo el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, hace unas semanas. «Pero podemos ser mejores en la recopilación…de inteligencia, en el intercambio de información, en la conexión de puntos, porque también en el sector privado hay mucha información» sobre los movimientos de los barcos y la vigilancia marítima, añadió.
Por eso, para hacer frente a esta amenaza desde la semana pasada hasta ayer la OTAN llevó a cabo en Sesimbra y en la península portuguesa de Troia los ejercicios Repmus y Dynamic Messenger para probar las respuestas a amenazas de guerra por ataques híbridos y el sabotaje e infraestructuras críticas.
Desde la antigua fortaleza de Sesimbra, los países aliados realizaron ejercicios navales como actividades de contraminado para experimentar las últimas tecnologías de robots y drones submarinos. En esas simulaciones que, en palabras del Capitán de Navío Juan Carlos Pérez Guerrero -presente en los ejercicios- «se tratan de escenarios realistas con sistemas experimentales», se colocaron 50 minas en la costa portuguesa y simular situaciones reales para fortalecer la postura aliada en la disuasión y la defensa.
El objetivo es poder localizar las minas submarinas, tanto las que están más en la superficie como las que llegan a profundidades de 60 metros, y desactivarlas sin poner en riesgo a ninguna persona. Sin embargo, las dificultades en el fondo marino son mayores que en la superficie. Para los drones, operar en el agua es mucho más complicado y desafiante que en el aire. Los aparatos no tripulados que se utilizan en tierra se pueden controlar mediante GPS, Internet inalámbrico o 5G.
Sin embargo, en el agua la dificultad es mayor, ya que sólo se pueden utilizar comandos acústicos, es decir, basados en señales sonoras en los que los bits que recoge el dron se transforman en sonidos y a veces en imágenes. «El entorno operativo submarino puede describirse como una sala realmente ruidosa y llena de ecos», señala Joao Alves, científico del Centro de Investigación y Experimentación Marítima. «La transmisión de la información en el fondo marino es muy lenta y a esto se suma otro problema: que cada uno de los 31 países de la OTAN utilizan equipos y ‘software’ diferentes», señala el experto.
Presencia española
En estos ejercicios, donde estaban invitados catorce países aliados y Suecia como país observador, participó el Buque de Acción Marítima (BAM) «Furor» (P-46) de la Armada española. Este es uno de los pocos buques -solo Estados Unidos y Reino Unido tienen esta capacidad-, que llevaba integrado en su sistema de combate hasta cuatro vehículos no tripulados todos ellos diseñados y producidos por las empresas españolas, Marine Instruments y Alpha Unmanned Systems.
El peligro está ahí y por eso la OTAN ha acelerado su capacidad de respuesta en tiempo real. Rusia continúa mapeando cables y oleoductos aliados como posibles objetivos futuros. Lo hace en las costas de países aliados como el mar Báltico, mar del Norte o hasta en las costas portuguesas.
En un informe publicado este agosto, la Alianza ya llamaba la atención sobre la protección de estas infraestructuras en el ámbito marítimo. Estas, «facilitan la prestación contínua de servicios básicos como la energía y las comunicaciones, en particular Internet. La importancia de estas redes ha aumentado drásticamente en los últimos años, pero las responsabilidades de protegerlas y regularlas se han vuelto menos claras», dice el texto.
Espiar y atacar
La ‘guerra’ submarina es todo un desafío para los países de Occidente y la principal amenaza la tienen clara: «Rusia tiene una flota de submarinos realmente capaz y avanzada», señala una fuente militar de la Alianza Atlántica. «Tiene la capacidad de espiar, atacar y realizar ciberataques bajo el mar. Está documentado que Rusia ha aumentado su actividad en las proximidades de las infraestructuras críticas», apunta la misma fuente.
El objetivo de Rusia es sabotear las infraestructuras submarinas de la Alianza porque así obtiene una ventaja estratégica al socavar la seguridad energética, el intercambio de información y los sistemas financieros de Occidente.
«Moscú lleva décadas invirtiendo en capacidades marítimas desde el comienzo de la Guerra Fría. Sabemos que existe un programa ruso de investigación submarina, que utiliza buques de guerra y barcos científicos. Tenemos una buena idea de dónde están. Estos barcos operan en todas partes. Sabemos que Rusia está utilizando buques pesqueros como arrastreros, buques de la marina mercante como portacontenedores y petroleros para mapear nuestras infraestructuras críticas», explica Hans-Werner Wiermann.
Es por eso que la Alianza lleva a cabo estos ejercicios, sobre todo para poder llegar a la interoperabilidad entre los diferentes Ejércitos. «Esperamos que estos equipos y esta tecnología sean utilizados rápidamente en la primera línea», dijo durante los simulacros en Portugal el Almirante Sir Keith Edward Blount, subcomandante de las fuerzas europeas de la