Diálogos sobre la ciudad del futuro

Tomás Martínez Pagán

GEOES

 

El 23 de enero del pasado año, en el foro Cartagena Debate y con el título, en el incomparable marco de los salones de Alviento y con nuestra bahía de fondo, cerca de 400 personas aplaudían al presidente del grupo Agbar y vicepresidente de la multinacional Veolia, Ángel Simón.

Fue en su exposición sobre un tema que domina como nadie. Está considerado como uno de los
principales ejecutivos de nuestro país. Habló sobre la gestión de los recursos: retos y respuestas para avanzar en la transformación ecológica.

Simón valoró altamente la gestión integral del agua que se realiza en nuestra Región. Recordó la colaboración público-privada como fórmula de éxito y de avance sostenible. Dejó muy claro que no se debe competir por el agua, porque la hay para todos, si somos capaces de gestionarla bien, basándose en reutilizar el cien por cien de los recursos hídricos, pues con las nuevas tecnologías es posible, al igual que modernizar los regadíos agrícolas para producir más con menos recursos. También valoró que nuestra Región es líder en ese campo ante otros territorios.

Mientras comentaba sobre aquella conferencia con mi buen amigo Roberto, sentados en la terraza del Bar La Paz, tomando un buen café de los que prepara Rosi, acompañado de esos exquisitos churros que mi amigo Luis elabora de autentica categoría, Roberto me comentó que en el año 1904, en el Café Levante, todas las noches se reunían los intelectuales de la generación del 98 en una tertulia, creada por el gallego Ramón María del Valle Inclán. Y en una de esas tertulias, estaban hablando de los españoles y de los distintos tipos y clases de españoles. Entonces el novelista vasco Pío Baroja, levantó la voz y dijo: «La verdad es que en España hay siete clases de españoles». Sí, como los pecados capitales.
Uno, los que no saben; dos, los que no quieren saber; tres, los que odian el saber; cuatro, los que sufren por no saber; cinco, los que aparentan que saben; seis, los que triunfan sin saber; y siete, los que viven gracias a que los demás no saben.

Los últimos se llaman así mismo políticos y a veces intelectuales. Raúl que escuchó la conversación, exclamo: ¡qué razón tenía Don Pío! Se incorporó al desayuno, Rafael, un buen amigo vinculado
a CaixaBank y que le encantan los sabrosísimos y crujientes churros de La Paz. En amena tertulia, Rafa nos comentó que Isidro Fainé, presidente de Criteria y de la Fundación La Caixa, había fichado a Ángel Simón como consejero delegado de Criteria, habiendo iniciado en este mes de febrero su actividad como alto ejecutivo en el holding inversor de la Fundación Bancaria La Caixa.

Ángel Simón y Criteria Teniendo bajo su responsabilidad la gestión de un patrimonio valorado en más de
26.000 millones de euros y del que depende que La Caixa pueda seguir realizando su actividad social. Este año cuenta con un presupuesto de 600 millones de euros. Al frente de Criteria, donde La Caixa posee el 100% de las acciones, Ángel Simón pasará a gestionar una cartera empresarial que tiene como principales joyas las participaciones de control que La Caixa ostenta en CaixaBank, Naturgy y Asia. Y
una cartera inmobiliaria de más de 2.700 millones y la sociedad de capital riesgo Caixa Capital Risc.
Nuestro ejecutivo mantendrá la presidencia del Grupo Agbar, a la que llegó en 2010.

Este alto ejecutivo, Ángel Simón Grimaldos nació en Manresa en 1957. Es amante de la literatura y de la poesía y gran conocedor y defensor de la obra de Ildefons Cerdá. Ingresó en el Grupo Agbar en 1995, en su calidad de Ingeniero de Caminos Canales y Puertos. Es graduado por la Universidad Politécnica de Cataluña y Máster en Dirección de empresas (MBA) por ESADE. El grupo empresarial Agbar con más de 150 años en el mercado del agua, agrupa a más de 130 empresas y emplea a 17.000 trabajadores, opera en el sector del agua y da servicio a más de 26 millones de habitantes en todo el mundo. Su tarea más importante fue reorganizar el grupo que en los últimos años había diversificado su actividad, ampliándola a otros sectores, de forma que concentrase su actuación exclusivamente en el ámbito del agua en cualquiera de sus vertientes. Las personas, principal activo.

La categoría profesional del Ingeniero Simón, se vio valorada por la patronal catalana Foment del Treball, que lo distinguió en 2020 con la Medalla de Honor al Empresario del Año. Al igual que el Círculo de Económica lo nombró presidente de la comisión del Pacto Verde, para fomentar el trabajo en red,
la transmisión de conocimiento, la igualdad de oportunidades y la economía circular. Simón siempre ha defendido que el principal activo de los directivos son las personas que lo rodean. Las personas son para
él, el motor que permite que las empresas avancen y logren sus objetivos. Tres pilares son para él imprescindibles para considerar el liderazgo que permita asegurar el crecimiento: la innovación, la sostenibilidad y el compromiso social.

Terminando el exquisito desayuno, comentó Roberto que cómo no continúa aquella actividad de Cartagena Debate, que en su día pusieron en marcha FCC Business y Cartagena Avanza, cuyo objetivo era promocionar la Trimilenaria a través de su patrimonio histórico, medio ambiental, industrial y turístico. Entonces se creó una red social para el debate con colaboración público privada para la
divulgación de la ciudad a todos los niveles. Con lo mucho que aporta a la difusión de la ciudad y sus posibilidades, a través de proyectos como Cartagena Debate, atrayendo a la Trimilenaria ponentes de ese
nivel en todos los sectores.

Rafa, extraordinario cocinillas, aprovechando el encuentro, nos invitó a comer en su nuevo ático recién estrenado. Y a las 14 horas allí nos encontramos con unas vistas maravillosas y un frondoso jardín y la
barbacoa encendida con las brasa maduras, blanquecinas y grisáceas para que la carne esté bien por fuera y por dentro. Empezamos con una lata de mejillones en escabeche de buen tamaño sobre pan de masa madre y anillas de cebolla dulce, bien regadas con el exquisito caldo del escabeche. Continuamos con otra lata de sardinillas en aceite, bien ordenadas en el plato y bañadas en aceite, para mojar el pan y posicionar la sardinilla. Era un bocado realmente singular, regado con un vino blanco de uva macabeo, Cepas del Zorro DO Bullas, que fresquito esta de ensueño.

Con unos pésoles negré, frescos recién cogidos del bancal con un queso fresco, no madurado de color blanco intenso de la Yerbera, fue una perfecta combinación. Para terminar con una barbacoa, con el maestro a la pinzas y con unos chorizos criollos bien pinchados para que no se revienten, unas
longanizas blanca a la brasa y unas lonchas de panceta ibérica que se retuerce del calor pero sacando toda su grasa, para comerla entre pan y pan. Y terminando con unas morcillas pasadas vuelta y vuelta.
Vino del campo Y le tocó el turno a unas chuletas de cabrito lechal, que estaban sabrosísimas y se comían con las manos para limpiar el hueso, como si fuera un chupachups. Todo la barbacoa estuvo
regada con un vino del campo de Cartagena, dorado de uva meseguera de Viña La Cerca. Terminamos con unos pasteles típicos cartageneros MariBrunis y una copa de vino moscatel. Fue una comida de amistad y una tertulia muy amena que terminó con esta reflexión: «Nadie se hace grande haciendo sentir pequeños a los demás; grande es aquel que ayuda a crecer a todos los que están a su alrededor».

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